Rabiosas formas ganan la pared
en una grieta lateral y luego
la apatía del ojo que se nutre del efecto
para engendrar humanas fobias.
Las ideas se disocian en un grito
ante la mancha pura de humedad
y la tristeza embarga el corazón
hasta estrujar la fibra en un infarto.
El hombre tiembla, luego se desarma
ya todo es potencial: el universo,
los mundos paralelos, el espanto...
¡La ambigüedad de los colores crece,
la incertidumbre puede contra el alma!
y en un criterio visceral profundo
anestesiado el cuerpo por el miedo
el desenlace pende de la aguja
o de que, al fin, un gallo toque diana.
