jueves, septiembre 28, 2006

EMPEÑO DE UN LADRILLO



Indultan a las almas los trinos
de los pájaros cantores
y sobre la teogonía rezan
las estatuas de los templos.

El ulular del viento sobre la ventana
modifica ya su impronta
que una margarita en medio del bosque de los ojos
finge estar marchita
y tras trastabillar el numen
por la gracia de los besos
una copiosa lluvia
restaña las heridas de sus pétalos ajados.

“Admito que la luna, por bisiestos años,
ha mostrado su estatura en el estanque
y brillado eterna y sola, tras el oscuro,
en su albedrío;
mas ella fructificó el alma de los mares
trazó la raya entre lo eterno y efímero
y llenó de ensueños la tarde
para que los amantes no se rindan”

(Pues ella ha podido domesticar el canto
Y atrincherar la fiera de los odios
Con sólo mutilar el herpes de las grises balaustradas).

Ya no hay derecho a procrear sobre las hojas
ese tallito de palabras
si la selva se deshace de la hormiga
y le da paso a otra hilera de cúrseles bosquejos.

Hoy todo cambia en este patio de rigores
que hasta parir un sueño en una fosa
lo llaman poesía

¡Amantes eran los escombros sobre
las construcciones que brillaban sin cemento
en el antiguo conventillo!

El tiempo, esta neo confusión de estrictas formas,
en que deambula el gris sobre un escenario de escuadras
una porción de cal y arena
que se somete a la alegoría del progreso
para fundirse entre los hierros y la sangre
jamás podrá parir una estructura
más allá de las especulaciones que manejen
aquellos sabios constructores...

¡En un ladrillo nadie puede adivinar su rostro!