martes, diciembre 05, 2006

Tras el responso del Angelus



Un privilegio de saberte ausente
tras el costado de la aurora negra
El apagado latifundio del color
ha roto el pacto de la tarde
y arrostrado la virtud de las aristas
en un efímero presente coloquial
hacia el espectro negativo
de las almas que rebotan
hacia el cesto de basura

Un para qué de cigüeñales
atrapados por la leva
tras el implante de la longitud
en un arco diferente
deja su tumba de engranajes y tuercas
en el abismo de la grasa

El doméstico sentido del común
pervive en los establos y graneros
procurando el carnaval
de una primavera en amatista

Sobre el afluente espiritual
el hijo de la yerma y la nostalgia
procrea la inocencia entre los ojos
y ya la horda del rugiente
apura en contenido
la desgracia

Descubro en la pared
los gritos de humedad de púberes engendros
y me prohíbo descifrar el alarido de los pueblos
hasta que cambie el águila sus plumas
(Aunque huelo ya la sangre)

Es tan inmensa la pasión que siento
que se desnudan los floreros
y se agigantan las formas
en un ritual de mórulas
militantes cortesanas
que se autogeneran de repente
tras un efluvio egregio y escarlata
en el hueco de un ciprés

La fosa está en el templo, sobre el camino
que se abre
-como alas de una mariposa al viento-
sobre los siete montes ancestrales
donde caminan los engendros
de la noche
los piraustas doctrinarios
del silencio
los germinadores de batallas
los testigos del malevo

Un privilegio de saberte ausente
tras el costado de la aurora negra

Y te descubro infierno
en la capilla gobernando el mundo
tras el cristal sensible a la luz

No me persigno ante vos,
te recomiendo que te acostumbres
a que te linchen ¡los del foso!

¡La vida es esta sóla.
la muerte es todo el Hado!